Falta de deseo
El deseo sexual no siempre está a los mismos niveles. El ser humano padece variaciones durante toda su vida, por unos motivos u otros. Por eso no es algo que deba preocuparnos desmesuradamente. Además, debemos tener en cuenta que la ausencia de ganas de mantener relaciones sexuales no es lo mismo que padecer falta de deseo sexual, o también conocido como deseo sexual inhibido o hipoactivo. Para catalogarlo como trastorno se deben demostrar unas raíces orgánicas, psicológicas o socioculturales y que sea continuo en el tiempo, persistente como mínimo desde hace 6 meses.
La falta de deseo sexual es una queja frecuente, que afecta tanto a la persona que la padece como a la pareja. Aparecen sentimientos de culpabilidad, falta de autoestima o problemas de pareja. Por ello, se recomienda acudir a un especialista que revierta los efectos.
Se pueden diferenciar cuatro tipos:
- Primario: cuando se padece durante toda la vida
- Secundario: aparece en alguna etapa concreta del desarrollo
- Generalizado: ocurre ante cualquier propuesta para disfrutar de prácticas sexuales.
- Situacional: ocurre con una pareja específica.
Debemos tener en cuenta aspectos que pueden influenciar en nuestro deseo sexual sin derivar en un trastorno, ya que son temporales y el problema se suele restaura por sí solo. Por ejemplo, el consumo de sustancias o medicamentos, cambios hormonales femeninos durante el ciclo menstrual, etapa de maternidad o menopausia, así como afectaciones psicológicas relacionadas con el estrés, depresiones o preocupaciones.
Una vez descartadas dichas influencias, debemos analizar las causas que producen el deseo sexual hipoactivo. Una vez conocidas en profundidad, diseñar una solución adaptada a cada necesidad. La falta de interés puede provenir de experiencias negativas en el desarrollo sexual a lo largo de la vida, cuestiones de pareja relacionadas con variaciones sentimentales como resentimiento o desenamoramiento, e incluso pensamientos inculcados en la educación sexual que refieren al sexo como algo negativo.
Para enfrentarse a dichos problemas, la actitud es un punto importante, hay que proponerse superarlo, reeducarnos y experimentar nuevas sensaciones. El sexólogo orientará el proceso en función de las exigencias, haciéndonos conscientes de cada necesidad y limitación, así como recalcando las aptitudes.